“¿Quién te iba a decir que serías capaz de introducirte en el mundo de la costura creativa?”. Es una de las frases que más he escuchado últimamente, y es que hace cuatro años no era capaz de coser más que un botón, con un resultado que se alejaba bastante de la perfección.
El costurero de Lulú lo formamos tres personas, Mara, Chucha y quien escribe estas líneas, Lourdes. Nos gusta definir nuestro trabajo como costura creativa, aunque desde hace unos meses nos hemos introducido en el apasionante mundo del patchwork. ¡Estamos totalmente enganchadas!
La costura siempre ha estado presente en mi familia, tal vez, porque mi madre fue criada a la antigua usanza e hizo lo que pudo por transmitirnos todo lo que le enseñaron en el colegio y en casa. Desde que tengo uso de razón la recuerdo cosiendo o terminando labores la víspera de los días más importantes. Para la comunión de mi hermano hizo rebecas idénticas para las tres hermanas, y terminó de rematarlas minutos antes de salir hacia la iglesia; cuando Mara se fue a estudiar fuera, bordó sus sábanas y toallas para que no las confundieran con las de sus compañeros de residencia; y aún hoy, cuando regreso a casa me pregunta si tengo algo que arreglar para que me lleve todo “bien remendadito”.
Lo cierto es que mi familia tiene algo así como un don para ciertas manualidades. Una de mis abuelas hacía crochet a velocidad de vértigo, la otra pintaba tan bien que era capaz de dejarte boquiabierta con sus creaciones. A mi padre siempre se le dio muy bien dibujar y era un genio con las manualidades, el bricolaje y la pintura, sin olvidarnos de la cocina, ¡menudos manjares nos preparó siempre! De mis tíos, ¿qué puedo decir de ellos? Marquetería, maquetas, dibujo… y como no, punto, lana o costura.
Mi hermana Mara heredó lo mejor de las dos familias, así que todo lo que pasa por sus manos se convierte en oro; igual que todo lo que hace mi madre, Chucha, aunque ella no lo crea es capaz de hacer auténticas maravillas así tenga que desbaratar seis veces la labor si no queda exactamente como lo había imaginado. Y luego estoy yo, Lourdes, siempre pensé que no era capaz de hacer cosas con mis manos, al menos no cosas dignas de mostrarse o que hicieran sentirme orgullosa; pero la crisis lo cambió todo y las tres juntas decidimos embarcarnos en una aventura maravillosa: El costurero de Lulú.
Contamos contigo, ven a descubrir el maravilloso mundo de la costura creativa ¡te esperamos!